Sunday, April 24, 2011

Nobel Prize 4: Frédéric Mistral (1830-1914) and José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916)



D'aussi loin qu'il me souvienne, je vois devant mes yeux, au Midi là-bas, une barre de montagnes dont les mamelons, les rampes, les falaises et les vallons bleuissaient du matin aux vêpres, plus ou moins clairs ou foncés, en hautes ondes. C'est la chaîne des Alpilles, ceinturée d'oliviers comme un massif de roches grecques, un véritable belvédère de gloire et de légendes.

from Mes origines: Mémoires et récits (1906)



ESCENA I
MARGARITA, sola.
MARGARITA.-(Asomada al balcón; luego, se retira.) El sol desciende; la tarde acaba; cada vez parecen más oscuras las aguas del lago y menos transparente el azul del cielo. ¡Otro día sin verle! ¡Ah Conrado, mucha crueldad es la tuya si en ti consiste la tardanza!, y si en él no consiste, ¿por qué, Dios mío, no escuchas mi ruego? ¡Era yo tan feliz a su lado! ¡Qué alegría cuando llegaba el domingo y escapábamos de Ginebra, después de oír misa en la capilla secreta de Roger, y él, y yo, con Berta y con Jacobo, íbamos por esos campos a los valles, a las lomas; donde no hay ni odios, ni luchas, ni salmos que hielan, ni pregones que espantan, ni calvinistas de traje oscuro y rostro sombrío! ¡Desde que se marchó Conrado me parece haber caído en un abismo sin aire y sin luz! Y luego ese Walter..., ¡que recobre la salud, Dios mío, y que nos deje!... ¡Que huya, que huya de esta casa ese infame calvinista!

from La muerte en los labios (1880)

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